La actividad bancaria tiene su origen en los merchant banks (bancos de negocios) formados por judíos lombardos en la Baja Edad Media. Los merchant banks se extendieron por toda Europa Occidental y fueron un pilar de la Revolución Comercial que antecede a la Revolución Industrial.
A finales del siglo XVIII, los Rothschild y los Baring, de origen alemán, se establecieron en Londres como exitosos merchant banks. En el siglo XIX, los merchant banks se distinguieron de los emergentes bancos de depósitos en que no pretendían captar depósitos para conceder préstamos, sino ayudar a Estados y empresas a financiarse colocando sus emisiones de bonos o tomando participaciones en los negocios. Estuvieron asociados a los grandes negocios de la Revolución Industrial y sus actividades adquirieron rango internacional (los Rothschild fueron decisivos en el desarrollo del capitalismo español del siglo XIX).